5 tipos de personaje que nos encanta odiar

personajes que nos encanta odiar

Los escritores quieren que intimemos con los personajes protagonistas. Quieren que nos preocupen, que empaticemos, que suframos con ellos. Se retuercen de placer con cada una de nuestras lágrimas.

(¿O tal vez eso solo me pasa a mí?).

Los autores se esfuerzan (nos esforzamos) por que realmente te importe lo que les pase a sus protagonistas. Pero un buen autor también conoce el valor fulminante de un malo en condiciones. Podría decirse que, a veces, el valor de un buen personaje se mide por la calidad de su antagonista.

Pero hay un tipo de personaje que va más allá del bien y del mal. Existe el personaje al que aborrecemos, que nos pone nerviosos y despierta lo peor de nosotros. Esto puede ser porque

  • está mal escrito o
  • porque está muy bien escrito y el autor ha sabido captar características muy creíbles (y odiosas) de un personaje muy realista.

En nuestra lista de correo solemos hacer preguntas a nuestros suscriptores. Siempre nos escriben muchos con sus respuestas, encantados de aportar su opinión porque a) son así de majos y b) sorteamos libros entre los que participan. Y una vez les preguntamos qué personaje les parecía más… eehm… hostiable.

Recibimos más de cincuenta respuestas: os podéis imaginar que había de todo. Pero algunas destacaban por encima del resto.

Así que aquí lo traemos: los tipos de personaje que nos encanta odiar, en cinco grandes conclusiones.

Primera conclusión: Algunos personajes nos recuerdan demasiado a la vida real

Puedes debatir hasta el fin de los tiempos en que si es mejor Harry, Hermione o Ron. Puedes elucubrar sobre Voldemort, Dumbledore y Snape. Puedes escribir todo el fanfiction del mundo explorando todas las posibilidades de la serie de libros de Rowling.

Pero los fans de Harry Potter suelen coincidir en una cosa importante: todos odian a Dolores Umbridge.

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Como dijo Stephen King, «una profesora capaz de prohibirle a Harry Potter que juegue al quidditch es capaz de cualquier cosa».

Creo que la inquina contra Umbridge es inevitable. Al fin y al cabo, ninguno de nosotros se va a encontrar con un hechicero de artes oscuras sin nariz (esperemos). Voldemort es una manifestación del miedo, de lo terrible, de lo innombrable, pero es un mal… abstracto. Sin embargo, todos tenemos o hemos tenido una Umbridge. Conocemos a alguien capaz del mayor daño con la insinuación, la sutileza, la mentira. Conocemos a alguien capaz de demolernos con una sonrisa y una sola frase. Conocemos a alguien que no merece estar donde está, alguien que en algún momento nos produjo tal frustración, tal sensación de injusticia, que despertó una violencia muy rara en nosotros.

Por esta razón, también hubo votos para Meñique, de Canción de hielo y fuego: a todos nos han manipulado en algún momento y no es una experiencia que queramos repetir.

Del mismo modo, hubo muchos votos para Lucius y Draco Malfoy. ¿Quién no ha tenido algún esnob pretencioso en su día a día?

Segunda conclusión: No nos gustan los personajes quejicas

He escrito mucho sobre personajes en mi blog para autores, pero creo que tendría que añadir este consejo: nunca hagas que tu personaje se queje demasiado, sobre todo si escribes juvenil.

Otro de los personajes más votados fue Bastian, el protagonista de La historia interminable. Y tengo mis teorías al respecto.

No nos gustan los personajes que se creen víctimas. Pasa algo similar con Hector, en La cosecha de Samhein. Hector, sobre todo al principio, es un poco cobarde y un poco quejica, al igual que Bastian. Además, tiene otras cosas en su contra: está acomplejado (porque está «fuertecito»), es un poquito susceptible a la opinión de los demás y encima tiene vértigo.

Lo bueno de Bastian y de Hector (y es por eso por lo que estos dos libros son maravillosos) es que los personajes evolucionan. Bastian acepta sus responsabilidades como héroe y Hector comienza a entender el verdadero valor de la amistad… y de la supervivencia. Sí, Hector pierde kilos, pero solo porque pasa hambre en un sitio donde obtener alimento es jugarse el cuello. Sus complejos y miedos no desaparecen porque se vuelva más apuesto, sino porque una y otra vez se enfrenta a ellos. Y no solo eso: debe aprender, al igual que Bastian, cuáles son las consecuencias del poder. Cagándola mucho por el camino, todo sea dicho.

Para ser justos, aquí la cagan casi todos, no solo Hector.

Pero hay lectores que quieren héroes desde el principio: gente valiente que se tira de cabeza a la aventura sin dudar. Es por esta razón por la que Rincewind, el mago de Pratchett, también se lleva algún voto. Lo queremos, de verdad, pero su cobardía puede llegar a ser chirriante.

Tercera conclusión: Tampoco nos gustan los personajes listillos

Kvothe. Ay, Kvothe. Tienes muy dividido al fandom. Hay quien te quiere y hay quien te quiere mandar de vacaciones muy lejos. Lamento decir que estoy en el segundo bando.

Cierto es que Rothfuss esto lo sabe y que lo hace a conciencia. Después de todo, El nombre del viento es la narración desde la boca del propio Kvothe, y siempre nos dará su perspectiva más… favorable. Rothfuss aprovecha esta situación para que la realidad le dé más de un golpe a su protagonista, intentando así limitar su arrogancia. Y sí, todos disfrutamos mucho de la escena del tejado (¡chúpate esa, petardo de nombre impronunciable!), pero es ahí donde creo que Rothfuss se arriesga: si te pasas un libro deseando que ganen los malos, a lo mejor no es el libro para ti.

He de reconocer que no, que no soy muy fan de El nombre del viento y que la actitud del protagonista tiene bastante que ver. Pero también está claro que soy minoría: Rothfuss vende libros como churros, independientemente de las hostias que tenga su personaje.

Cuarta conclusión: Nos encanta odiar a los sádicos… pero solo si son un poco idiotas

Podríamos pensar que dentro de la larga lista de torturadores sociópatas de Canción de hielo y fuego, el más odioso sería Ramsay Bolton, con su gusto por arrancarle la piel a tiras a sus enemigos, sirvientes y cualquiera que pasara por ahí. Pero no se llevó ni un voto y creo que es porque Ramsay, en el fondo, nos divierte. Sí, es cruel, pero también tiene un sentido muy negro del humor y cierta elegancia personal. Como en los grandes thrillers de asesinos en serie, podemos horrorizarnos ante su inmensa crueldad, pero a la vez nos sentimos fascinados: su presencia es carismática. Y en el caso de Bolton, es así, mucho más en los libros que en la serie para HBO.

Pero al que sí queremos aporrear con la mano muy abierta es a Joffrey (y probablemente a Cersei). ¿Por qué? Porque su crueldad es vana, infantil y sobre todo, estúpida. Es curioso: podemos perdonar el sadismo más oscuro si el personaje consigue que empaticemos con él, que nos interese. Y podemos admitir los actos más terribles si hay una intención, una inteligencia, una historia detrás. Pero la crueldad sin razón, por idiotez… ah, eso no lo perdonaremos nunca.

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Pobre Jack Gleeson: la de collejas que se habrá llevado en plena calle.

Quinta conclusión: no soportamos a los personajes perfectos

Ah, los famosos Mary Sue y Gary Stu. A lo mejor lo único peor que un personaje perfecto es un personaje perfecto disimulado (o cargado de falsa modestia). Bella Swan de Crepúsculo es el ejemplo que nos encanta citar, porque, pese a su supuesta torpeza y aspecto anodino, tiene enamorados a todos los machos de su zona. Bella fue un referente en tantísimos libros juveniles, pero es un arquetipo que se repite casi desde que existe la novela moderna: ¿cómo olvidar todas esas escenas en las que la protagonista se mira en el espejo y suspira, desolada y acomplejada, ante su piel suave y blanca, sus curvas perfectas y voluptuosas?

Y los personajes masculinos no se libran, tampoco. ¿Cuántas novelas hemos leído de fantasía épica, o de espada y brujería, en que el héroe es un personaje noble dechado de virtudes y músculos, que siempre elegirá de forma acertada? Tal vez es otra de las razones por las que El señor de los anillos funciona tan bien: los grandes héroes son un hombre maltrecho, apalizado por el camino; un mago desengañado y unos hobbits asustados que han aceptado una labor que les va muy, muy grande.

Un odio que se disfruta

Como dije al principio, a veces los personajes son odiosos por falta de pericia del autor. Pero yo creo que los mejores, los que de verdad amamos odiar, son aquellos que están tan bien descritos que podemos sentir la rabia en nuestro interior, la furia del lector plenamente involucrado en una historia.

Y vosotros, ¿tenéis un personaje al que os encanta aborrecer?


Notas:

Créditos:

Un comentario de “5 tipos de personaje que nos encanta odiar

  1. Enara dice:

    Coincido mucho con el odio hacia ciertos personajes que se nombran, (Umbridge, Jofrey, Cersei…), pero aunque este artículo hable de fantasía, voy a meter aquí a Sue Sylvester, de la serie Glee, porque aplica.
    Para poner a la gente en contexto: Glee trata resumidamente sobre un señor profesor que se llama Will Schuester, quien en un instituto de Lima, (Ohio), coge a unos chavales que están marginados para darle al coro el esplendor que tuvo cuando él participaba.
    Y aquí es donde entra Sue, la antagonista principal, que intenta por todos los medios destruir el Glee Club. Aunque a veces la aplaudes, sobre todo con ciertas decisiones sobre su hermana, (que tiene síndrome de Down),y te ríes viendo como les queire fastidiar la vida a los otros, no puedes no odiarla.

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