¿Cuál es tu placer culpable y fantástico?

placer culpable

Solo soy capaz de escribir fantástico.

Intento escribir algo histórico y de repente me sale un dragón. Quiero hacer algo romántico y se abrazan, sufren y lamentan amantes de espacios dimensionales distintos. He decidido rendirme.

Con la lectura es distinto. Leo en todos los géneros, porque en géneros no fantásticos también encuentro ideas para lo que escribo. Yo lo llamo sexo de ideas, otros lo llaman intertextualidad o polinización cruzada.

Pero desde que empezamos con el boletín de Lo extraño y lo maravilloso, hace ya más de un año, procuro leer fantástico sobre todo. Y qué le vamos a hacer, hay días que no entra. Hay días que empiezas un relato, o tres, o que comienzas varias novelas y se te caen de las manos.

Así que esta semana hice lo que siempre hago ante un bloqueo lector: recurrí a Sarah Waters, porque el cuerpo necesita algo de histórica bien escrita y repleta de mujeres protagonistas que, además, suelen tener tórridas historias de amor con otras mujeres protagonistas.

Sarah Waters, junto al escritor y periodista británico Tom Cox, son mis placeres culpables. Son culpables porque los leo cuando tendría que estar leyendo fantasía pero necesito limpiarme el paladar. Porque yo quiero dar una oportunidad a todo el mundo, pero si el mundo me lanza cuatro novelas seguidas que están a) mal escritas, b) tratan temas que no consigo que me interesen o c) tienen una vocecilla persistente de autor que intenta colarse por todo el texto con sus Opiniones (así, con mayúscula), Waters y Cox son mi válvula de escape.

Ahora Tom Cox ha empezado a publicar libros de fantasía, así que ya tengo la vida resuelta

Todo esto me resulta vagamente gracioso, porque sé que para muchos lectores ahí fuera es el género fantástico el que es un «placer culpable». Volvemos a lo de siempre, pero, por si alguien no se había dado cuenta, insisto: leer fantástico parece no lucir tanto como leer obras de ficción general. En palabras de la calle: leer fantástico no queda tan bien como leer literatura «de verdad». Inserte su propio suspiro de frustración aquí.

Por supuesto que hay fantasía que se vuelve «aceptable», mainstream incluso. Ahora en los bares todo el mundo quiere explicarme cosas de Canción de hielo y fuego, y siento la típica irritación esa de ser fan de un grupo desconocido que de repente está número uno en todas las listas. En Parks and Recreation, el personaje de Ben (Adam Scott) se nos mostraba como risible porque leía a George R. R. Martin. Solo unos años más tarde, los personajes guais de las series mentan a la Boda Roja sin que nadie bata una pestaña.

Pero el fantástico siempre ha funcionado cuando necesitamos la mejor de las evasiones (y, sí, a veces, la mejor de las escrituras). Siempre ha sido, a ojos de otros, un placer culpable, el famoso guilty pleasure que dirían los angloparlantes:

Comentario en Reddit sobre los placeres culpables en el fantástico, narrando el momento incómodo en que un autor reconocido de fantástico se ofrece a echar una mano a su sobrina con su escritura y la madre de esta le contesta que no hará falta porque su niña escribe libros «de verdad». ¡Ouch!

Cinco libros que la gente esconde de sus amigos esnobs

Haciendo una pequeña búsqueda por internet, estos son los títulos que más salen asociados a todo eso de los placeres culpables. Me he limitado al fantástico como tal, pero seguramente podríamos meter aquí también ciencia ficción a destajo:

Las crónicas de la Dragonlance, de Margaret Weis y Tracy Hickman: ¿Qué haces cuando ya te has terminado El señor de los anillos? ¡Te lees la Dragonlance, por supuesto! Críticas no le faltan (repetición de tópicos, personajes a veces planos y narrativa a menudo simplona), pero la riqueza del mundo de Weis y Hickman conquistó a muchos, aficionados todos a la espada y brujería.

Crepúsculo, de Stephanie Meyer: Denostada no solo por su prosa pobre y su trama melodramática, sino también por los valores muy discutibles promovidos por el libro («hola, me llamo Bella y voy a dejar mi vida entera de lado por un tipo recubierto de purpurina»), Crepúsculo tiene el atractivo de un buen culebrón: pasan muchas cosas muy intensas y los personajes masculinos están de buen ver.

Las novelas de Sookie Stackhouse, de Charlaine Harris: Ah, qué ridícula y divertida era True Blood. Y eso parece que es lo que atrae también a los lectores de los libros de donde surgió la serie: una cantidad perfectamente medida de esperpento, sangre y sexo.

Cazadores de sombras, de Cassandra Clare: Yo no sé nada sobre esta serie de libros, solo que existe una serie de televisión y soy incapaz de distinguir a los actores entre sí. Pero dicen muchos de sus lectores (y críticos) que sus giros estrambóticos, incoherencias y sinsentidos son parte de su encanto.

Eragon, de Cristopher Paolini: Eragon es un caso curioso, ya que pasó de ser el favorito de todo el mundo a convertirse de repente en objeto de mofa. ¿Qué ocurrió, exactamente? Una de las reflexiones más comunes es que su autor era muy joven cuando lo escribió y el poder de atracción de la historia no podía ocultar su falta de experiencia técnica.

Qué culpa ni qué culpa

¿Qué tienen en común estos libros? Muchos son libros juveniles y entra en juego el bagaje lector de su público objetivo. Pero creo que su atractivo también podría estar en la sensación de aventura, la gran cantidad de acción, el diálogo rápido y la sencillez de la prosa. Sí, esa prosa tan vilipendiada. Por desgracia, parte de lo que conocemos como fantástico (sobre todo si se asocia a la épica) es muy barroco. Puede ser muy descriptivo, ahogarse en el worldbuilding. Sumergirse en un libro así exige dedicación y tiempo. Claro que hay libros que te atrapan en dos páginas y que están muy bien escritos, pero no son la mayoría. A veces la prosa simplona de esos «placeres culpables» es lo que nos hace sumergirnos en ellos sin queja ni desdén.

Creo que tenemos que defender con uñas y dientes a nuestros placeres culpables. No diré que Crepúsculo haya aportado nada trascendente a la literatura, así, en general. Pero si a ti te ha traído un rato de placer, es legítimo decirlo.

Decidme, entonces, ¿cuáles son vuestros placeres mal vistos? ¿Qué libros de género fantástico (o ci-fi, o terror) no soléis mencionar en presencia de otros? ¿O sois de los que gritan vuestros amores a todos los vientos?

Gritadlo también en los comentarios. Hagamos más larga esa lista.


Notas:

2 comentarios de “¿Cuál es tu placer culpable y fantástico?

  1. Ekaterina dice:

    Creo que lo de “inconfesable” va perdiendo fuerza con la edad. En mi caso, mi placer culpable es la saga de Anita Blake. Cuando falló la edición en castellano tiré de traducciones extraoficiales y… menudo error. Pero gracias a eso fui consciente de la fantástica labor de la traductora de las novelas de la edición de Gigamesh.

    • Gabriella Campbell dice:

      Muy de acuerdo con lo de la edad. Hay que ver la importancia que le damos a lo que piensan los demás cuando somos más chiquitinas 😉

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