En un artículo maravilloso de 2011 para el New York Times, el crítico Tim Parks expuso su perspectiva sobre cómo releemos y os aseguro que es fascinante.
Parks considera que cuando leemos un libro realmente no lo leemos por completo, no desentrañamos todo su potencial, sino que creamos una cerradura. Y la relectura es una llave: la llave que nos permite abrir esa cerradura y descubrir todo lo que estaba oculto.
Las observaciones de Parks sobre cómo leemos y releemos se basan en la teoría del psicólogo Ricardo Manzotti, que dice lo siguiente (la traducción es mía):
Cuando percibimos algo nuevo por primera vez, no podemos percibirlo en realidad, porque carecemos de la estructura adecuada que nos permite esa percepción. Nuestro cerebro es como un fabricante de cerraduras, que crea una cerradura cuando encuentra una llave que le parece lo bastante interesante. Pero cuando encontramos una llave por primera vez (por ejemplo un poema nuevo, o una nueva especie animal), aún no existe una cerradura para tal llave. O, para ser precisos, la llave ni siquiera es una llave, ya que aún no abre nada. Es una llave en potencia. No obstante, el encuentro entre el cerebro y esta llave potencial desencadena la creación de una cerradura. La próxima vez que nos encontremos o percibamos el objeto/llave, abrirá la cerradura que el cerebro le ha preparado.
Obviamente esto no solo se puede aplicar a los libros, sino a textos cortos, a series de televisión, a películas o, por supuesto, a canciones. Raras veces sabemos si una canción nos gusta de verdad en la primera escucha. Suele ser tras la tercera o la cuarta cuando nos entusiasmamos.
Puede que esta teoría de Manzotti sea sobre todo aplicable a objetos complejos, y ahí entra lo que personalmente considero el mayor síntoma de calidad en un producto creativo: tener varios niveles de sentido. Esos niveles no son solo subjetivos: hay manipulaciones técnicas que los crean. La primera vez que escuché el Ghosteen de Nick Cave (and The Bad Seeds) me pareció una experiencia extraña pero interesante. A la cuarta escucha, empecé a entender por qué la crítica le colocaba sobresalientes. Ghosteen no es para todo el mundo, porque necesitas hacer la cerradura. Solo la repetición permite que esa habilidad técnica y emotiva derribe tus barreras.
Aun así, que yo te ponga ocho veces seguidas ese álbum no garantiza que a ti, personal y subjetivamente, te guste.
La relación entre lo que releemos, la calidad y el gusto
En nuestro último boletín para la lista de correo, preguntamos a nuestros suscriptores cuál era el libro de género fantástico que más veces habían releído. Aún están entrando las respuestas y son variadas, aunque, por supuesto, hay clásicos que surgen una y otra vez.
Pero insisto: que algo sea clásico o popular o que conlleve un triunfo apabullante no significa que tenga que gustarnos. Me da miedo decirlo en público (y me he llevado más de un abucheo, no bromeo), pero lo diré: no soy fan de Harry Potter. No es que me disguste activamente, es que no me apasiona y a veces me resulta irritante verlo en todas partes, a todas horas.
Lo bueno de invertir miles de horas (y de euros de tus padres, ejem) en una carrera de letras es que empiezas a entender que no se trata de lo que a ti te guste: la calidad no tiene nada que ver con eso. Aborrezco el Quijote, me parece aburridísimo y me parece lamentable que sea de lectura obligatoria para tantos pobres críos. Pero mi admiración por Cervantes es extrema: su obra magna es una pieza que podríamos estudiar hasta el fin de los tiempos y que no conseguiríamos desentrañar del todo. Algo similar pasa con Potter (¿estoy comparando a Rowling con Cervantes? ¡Quién sabe!): el contexto social de la obra y la riqueza (aun no aparente para muchos) de su contenido lo convierten en un fenómeno, a mi parecer, merecido.
Y sí, Harry Potter es de los que recibe más votos en nuestra encuesta, por encima de otra obra juvenil que fascinó a la generación anterior, La historia interminable. Y no especifico un libro concreto de la serie de Rowling, porque sus relectores suelen retomarlo entero. Se lo leen, una y otra vez, del tirón, y cada vez que lo hacen se crea una llave nueva: descubren matices que antes no habían visto; su percepción cambia y sus partes favoritas fluctúan; los recuerdos de sus propias vidas que acompañaron cada lectura los acompañan ahora de nuevo.
(También hay quien relee la serie de La rueda del tiempo [¿15 libros?], pero creo que eso es más bien porque como la dejes un tiempo ya no te acuerdas de nada y tienes que volver al principio).
Una edad para leer (y releer)
Creo que la edad tiene mucho que ver con todo esto de lo que releemos. Las primeras lecturas complejas tienden a marcarnos. Nuestro bagaje lector es aún escaso y todo resulta nuevo e intenso. Si en la adolescencia temprana damos con obras complejas, con múltiples niveles de sentido, es probable que nos acompañen el resto de nuestras vidas. La relectura es una manera de revivir esa sensación de asombro y descubrimiento del cerebro joven y a la vez un modo de entender mejor aquello que antes nos pasaba desapercibido (porque pertenecía a un mundo oculto: el mundo adulto).
Es por esto por lo que El señor de los anillos es mi libro más releído. Fue el primer libro «adulto» que me compraron. Tenía once años, creo, y esa primera frase con Bilbo me fascinó. He leído ese libro cuatro veces y cada vez descubro algo nuevo. Con el tiempo, cada lectura ha sido diferente. He pasado de odiar a Tom Bombadil a soportarlo; de saltarme las escenas de lucha a examinarlas de cerca, apreciándolas; de sentirme confusa con las escenas finales (la Comarca en decadencia, la marcha a los Puertos Grises) a reconocerlos como metáforas hermosas de tanto en la vida real.
La escasez como estímulo para la relectura
Con el paso del tiempo, mis estudios y mi profesión cambiaron bastante mi percepción del libro como objeto físico. Pasó de ser algo caro, valioso, que debía cuidar para que durase, a ser algo desechable. Muchos os horrorizaréis ante esa última palabra y en este artículo expliqué por qué mi actitud respecto a los libros es ahora más Marie Kondo que Umberto Eco.
Aún recuerdo el estremecimiento de emoción, de estar haciendo algo prohibido, cuando realicé mi primer experimento de marginalia. Fue con El ladrón de cuerpos, de Anne Rice (qué queréis, yo era joven). Anotaba reflexiones, impresiones en los márgenes (con lápiz, tampoco soy una bárbara) y luego prestaba el libro y pedía a otros que hicieran lo mismo. Mi intención era acabar con un libro donde las notas formasen una parte valiosa del texto. No conseguí mucho: es difícil convencer a la gente de ir contra lo que les han enseñado en el colegio. Los libros hay que cuidarlos porque tienen que durar. Los libros son caros. Y eso es verdad, aunque son bastante baratos si consideramos la cadena del libro tradicional y la parte del pastel para cada componente.
Como editora, lidiando con cajas de libros sin vender, manuscritos no solicitados por doquier (en los tiempos en que mucha gente ni usaba el correo electrónico para estas cosas) y libros de cortesía a diestro y siniestro, aprendí varias cosas importantes:
- el libro físico puede ser hermoso, pero no siempre lo es
- lo importante no es lo de fuera, sino el contenido, la lectura
- si la lectura no merece la pena, ¿por qué nos empeñamos en guardar el continente?
Cuando tienes más libros de los que leerás jamas, el atractivo de la relectura disminuye. Ya son muy pocos los autores a los que releo. Hay demasiado ahí fuera por descubrir y disfrutar.
El libro sigue siendo caro… a veces. Tenemos libros digitales, que redefinen el coste de leer y también nuestra relación con el libro como objeto físico. Tenemos audiolibros. El contenido es, en verdad, el rey.
Así que ahora solo guardo los libros que me producen placer sensorial: tocarlos, mirarlos, olerlos. Los libros que me traen recuerdos y emociones. Los libros excelentes, esos que están hasta los topes de niveles de sentido.
Solo guardo los libros que pienso releer. Aquellos para los que ya tengo lista mi cerradura.
¿Cuál es tu libro más releído?
Notas:
- Otro de los libros que más he releído es la trilogía completa de El ciclo de la Luna Roja. Ya sabes que la tenemos a la venta aquí, en la tienda, y es perfecta para leer, releer y regalar. Si quieres que llegue antes de Navidad, ¡haz el pedido ya! Todas las compras de más de 50 euros tienen, además, gastos de envío gratis.
- Si quieres saber qué libros acaban votando nuestros suscriptores como más releídos, apúntate a nuestra lista de correo o a nuestro grupo de Facebook, donde iremos compartiendo los resultados.
Créditos:
- Imagen de cabecera con llave y libro en blanco, por Debby Hudson en Unsplash
- Foto de fan muy entusiasta de Harry Potter, por Kira auf der Heide en Unsplash
- Gráfico del reparto del libro: creación propia con la herramienta online Meta Chart.
No me gusta matar gente así que no voy a matarte porque no te guste mi libro más releído.
Hombre, yo conozco gente que se ha releído la rueda del tiempo, yo… intenté leerla, pero creo que no era el momento.
Creo que a casi todos nos falta tiempo para releer (¡o leer) La rueda del tiempo 😉
La trilogia de la luna roja tambien se encuentra entre mis libros mas releidos (ademas son un tesoro firmado por el autor). Sin olvidarme de Tolkien, y de Weiss y Hickman y su dragonlance (solo las dos trilogias originales)
Ay, creo que mi libro más releído también es Harry Potter y La brecha de Mercedes Valdivieso (que no es fantasía, pero no deja de sorprenderme que a pesar de que han pasado 55 o más años desde su lanzamiento sigue siendo tan válido por acá). También leí varias veces la trilogía Los heraldos de Valdemar, El señor de los anillos también, pero la última vez que lo releí fue hace muchos años, creo que es tiempo de volver a hacerlo.
Creo que seré de las que releerá La rueda del tiempo. Llegué hasta el 8 y ahora que están reeditando, quiero retomarla. Veremos si me alcanza la vida para hacerlo.
Un abrazo
Yo creo que mi libro más releído es también El señor de los anillos, no recuerdo cuántas. Con Harry Potter me pasa un poco como a ti, llegó tarde en edad a mi vida y ya no me fascinó, no he acabado de ver ni las pelis ni de leer todos los libros. La historia interminable también han sido varias veces. Y alguna serie de fantasía que no es que sea muy buena pero me divierte también. La trilogía de la Luna roja la releí el mismo año en el que la leí.
Yo creo que si me hubiera pillado Harry Potter más jovencita, me habría encantado. Muchas de nuestras preferencias nos las marca la edad. La generación actual no siente la misma fascinación que nosotros por Tolkien, y es comprensible. Pero no sé, no sé, yo creo que La historia interminable es atemporal 🙂