A lo mejor, como te gusta leer fantástico y últimamente lees a más señores que señoras, te has preguntado: ¿a qué gran dama de la literatura universal podría yo leer ahora mismo?
O a lo mejor tu proporción de lecturas masculinas y femeninas es del todo equitativa, pero parece que te ataca cierta mediocridad inesperada desde la estantería, y necesitas saber con urgencia a qué escribiente de bien podrías leer (y releer) ya mismo.
No te preocupes, porque traigo solución a todos tus problemas. Por lo menos, a los literarios.
Estas son mis seis razones serías (¡seriísimas!) por las que todos tendríamos que leer a Angela Carter. Espero que sean convincentes. Desde mi postura inigualable de experta en la Carter, tras haber leído la cantidad tremenda de dos libros suyos, ¡dos!, traigo estos argumentos persuasorios:
Seis razones para leer a Angela Carter
1. Angela hace con el lenguaje lo que quiere
¿Quieres barroquismo rococó con casquería colorida? Lo tienes. ¿Quieres estilillo ameno, pero elegante, en homenaje a los cuentos clasicotes de Perrault? Lo tienes. ¿Quieres lengua correcta, la justa y necesaria para entretener y agradar? También la tienes. ¿Quieres delirio en prosa, ida de olla visceral de maestría lingüística? También tienes de eso (y es su especialidad).
2. Podrás leer fantástico sin que nadie te juzgue
¿Temes que si dices que te gusta el fantástico, tus amigos creerán que lees dragonadas (y que ves The Witcher por razones ajenas a los abdominales de Henry Cavill)? ¡Tranquilidad! Ahora podrás hablar de literatura con tus amigos más culturetas sin que dejen de invitarte a sus saraos de gintonics y desayunos de tostadas con aguacate. Al fin y al cabo, Angela está a caballo entre el folclore, el weird, el surrealismo y el gótico. Angela es más Cortázar que Rothfuss, más Burroughs que Tolkien. Angela Carter nunca estaría en las mismas estanterías que tus libros de Timun Mas[1].
Porque… ¿por qué cambiar de amigos cuando puedes cambiar todo sobre ti mismo?
3. Porque las relaciones normales están sobrevaloradas
¿Quién quiere leer una historia de chico conoce a chica y se enamoran, pudiendo leer una historia de chico conoce a vampira acomplejada, practican algún tipo de sexo caníbal y a la mañana siguiente ella se convierte en polvo, eh?
Y ya que estamos con cosas normales sobrevaloradas, los cuentos típicos de «exposición-nudo-resolución clara» también lo están. No esperes eso con Angela.
4. Porque Angela Carter está muerta y no tienes que ver su cara en Facebook cada diez minutos
Por mucho que yo ame y admire a escritores como Neil Gaiman o Margaret Atwood, estoy hasta mis ovarios sangrientos y sobrestimulados (de tanto leer a Carter) de ver sus caras en todas mis redes sociales cada vez que entro, intentando venderme una MasterClass de escritura.
Lo malo de leer a escritores ya difuntos es que ya no habrá material nuevo suyo. Lo bueno es que no tengo que contemplar su presencia continua y luminosa en el fastuoso mundo del autobombo por Internet.
Y en Twitter, claro. Angela jamás llenará tus mensajes privados con enlaces de su libro a Amazon. ¿A cuántos autores les has perdido ya toda gana y respeto tras seguirlos tres días en Twitter? Es terrible esto de gustarte un escritor y descubrir lo mal que le ha sentado la hamburguesa de anoche (¡con fotos!), o tener que recorrer diez fotos de su perro con sombrero hasta llegar a la información de lanzamiento de su libro nuevo, ¡pardiez![2]
5. Porque sus libros son baratos
La pasión de la nueva Eva, por ejemplo, en su edición de 1982 de Minotauro, solo cuesta 158 euros. Pero los que seáis muy agarrados con vuestros libros (ya os vale), y dominéis el inglés, podéis atreveros con la mucho más asequible edición de Virago. Los que insistís en leer a Carter en vuestros idiomas, no sé qué estáis haciendo que no estáis aporreando en las puertas de las editoriales en cuanto termine la cuarentena, exigiendo traducciones y ediciones a tutiplén.
Mientras, tenéis La cámara secreta, ilustrada por Alejandra Acosta, o La juguetería mágica, de Sexto Piso. De hecho, Sexto Piso tiene una recopilación de todos sus cuentos en Quemar las naves. También están los cuentos de hadas tradicionales y rarunos que Carter recopiló en su tiempo, publicados en nuestro idioma por Impedimenta.
6. Porque es extraña, maravillosa y perturbadora
No eres la misma persona antes y después de leer a Carter. Si eres escritora, como yo, llenas sus libros de pósits[3] hasta que te quedas sin pósits y empiezas a usar recibos, facturas y trozos de cartón de los paquetes de Amazon. Su combinación de ideas raras y oscuras con ese lenguaje glorioso, y a la vez pegajoso, con sus coagulitos de sangre y sus mujeres malditas, producen una experiencia lectora densa y satisfactoria, como cuando te comes un pastel de muchas capas y no sabes cuál te gusta más.
Bueno, yo sí sé cuál de las capas me gusta más.
El bestialismo, Carter, qué bien se te da el bestialismo. Si no habéis leído La novia del tigre, ya estáis tardando.
Notas:
- Espero no tener que explicar que todo este artículo es de humor y que no tengo nada en contra ni de los gafapasta que desayunan gintonics ni de la gente con estanterías enteras de Timun Mas. Yo he sido ambas cosas, de hecho.
- Como autora activa en Twitter que gusta de usar enlaces a Amazon (aunque nunca por mensaje privado, tranquilos), soy consciente de que me estoy disparando en el pie.
- No, en serio, es correcto. Si no me creéis, id a quejaros a la RAE. Otra vez.
¿Quieres más historias de fantasía oscura?
¿Te gustaría probar alguno de nuestros libros? ¿Por qué no empiezas aquí? Si te gusta el fantástico, ¡te encantará esta aventura sobre un grupo de adolescentes que tienen que sobrevivir en una ciudad maldita!
Solo tienen hasta la salida de la Luna Roja para sobrevivir, pero hace treinta años que nadie lo ha conseguido. ¿Y qué diablos pasará luego con esa luna? Puedes leer las primeras páginas aquí:
Créditos:
Imagen de Carter inicial de Wikipedia. Imagen de chica con amante muy fogoso, por seriykotik1970 en Flickr. Imagen de Instagram con dibujo y caligrafía por Gabriella Campbell para lomaravilloso.com. Imagen de cabecera por Paweł Czerwiński en Unsplash.