¿Leías un libro y encontraste un error tan grande, tan terrible, que lo lanzaste al otro extremo de la habitación?
No hablo de erratas ni faltas de ortografía. Me refiero sobre todo a incoherencias, clichés y mala información. Esto es irritante, sobre todo, si el error refiere a tu campo de especialización. Y la ira se triplica si es un error que ves una y otra vez.
Creo que todos tenemos nuestros errores fetiche y nuestros clichés más odiados. Y no se reducen a los libros, sino que afectan a toda la ficción. Si eres de esas personas que ponen los ojos en blanco cuando encuentras otro triángulo amoroso entre las páginas de un libro o en la pantalla de tu tablet, televisor o reproductor holográfico en 5D, probablemente reconocerás unas cuantas cosas de esta lista.
Allá van algunos de mis errores, incoherencias y desastres favoritos:
1. ¿Quieres que alguien se duerma diez minutos? Golpéalo en la cabeza
Algún día escribiré un artículo sobre mi relación de amor y odio con la serie The Leftovers, pero siempre me chocó que una serie tan bien hecha, tan realista y con tantos matices en la representación de las emociones de sus personajes recurriera a una herramienta tan básica y cutre como el clásico «golpeo a alguien en la cabeza para dejarlo inconsciente». Una. Y. Otra. Vez.
Si golpeas a alguien con la suficiente fuerza como para dejarlo inconsciente más de cinco minutos, estamos hablando de un traumatismo craneoencefálico. Y que me corrijan los médicos en la sala si me equivoco, pero sospecho que de esos traumatismos no se recupera uno despertándose a los diez minutos, sobándose la testa y quejándose de un pequeño dolor de cabeza que desaparece en cuanto empieza a buscar maneras de escapar de su captor. Pongo The Leftovers como ejemplo chocante, pero esto se ve en todas partes; es en la novela policiaca y en el thriller donde se usa como recurso más común.
Y también…
2. En la ficción, ninguna herida deja secuelas
¿Te has roto una pierna? ¡Tranquilo, estarás andando en un par de páginas! ¿Te han disparado y estás cerca de la muerte? ¡Tranquilo, en tres días te darán el alta en el hospital! ¿Te han dado una paliza? ¡No pasa nada! Tendrás un ojo morado al día siguiente, pero puedes olvidarte de cualquier complicación a largo plazo. Y si eres chica, podrás disimular ese hematoma con un poquito de maquillaje. ¿Ves? ¡Como nueva!
Esto es aplicable al trauma mental, también. Entiendo que un libro que busca acción rápida y una trama que avance no puede permitirse el lujo de mostrar las secuelas de algo terrible que ha ocurrido a un personaje, pero a lo mejor deberíamos dejar de enseñar a víctimas de situaciones extremas de abuso o violencia llevando una vida completamente normal en cuanto vencen a su agresor o este acaba entre rejas.
Sobre las complejidades de la representación del sistema judicial mejor no hablemos, que el artículo sería interminable.
3. Todos los animales son perros
No, todos los animales no son perros. Si tratas a un gato como un perro, no vendrá corriendo y meneando la cola a darte amor. Por lo menos no de inmediato. Si le das a un dinosaurio una galleta, es probable que se coma tu brazo entero. Y no esperes que un oso se ponga a menear la cola por ti. Si tratas a un unicornio como a tu querido amigo Bobby, lo mismo.
A no ser que seas una hermosa virgen de cabellos largos y rubios, claro.
4. ¿Parir? Eso se hace en un rato
Ah, el parto. Esos cinco minutos de la vida de una mujer en la que, tumbada en una camilla, chilla mucho, empuja con fuerza y produce un bebé perfectamente limpio y sonrosado. Ni en películas ni en libros se suele hablar de los puntos, de la mierda ni de ninguna de esas cosas tan desagradables que suelen acompañar a la llegada de una nueva vida.
Sobre lo de los cinco minutos… bueno. Yo no he parido, pero una amiga mía me escribió muy contenta el otro día porque todo el proceso solo le había llevado hora y media. Entiendo, con esto, que echar a un bebé por tus partes en cinco minutos de sufrimiento no es lo habitual.
Y, hablando de embarazos, estaría bien que nos encontrásemos alguna vez con un personaje que vomitase por cualquier otra razón que no fuera para revelar al lector/espectador que está embarazada.
5. Hackear es fácil (si sabes cómo)
¿Necesitas entrar en alguna red supersecreta de alta seguridad del gobierno? ¡Tranquilo, conozco a un tipo!
Y ni siquiera tendrás que pagar al tipo, porque el mero reto le parecerá estímulo suficiente. En menos de treinta segundos tecleará unos comandos mágicos en una pantalla negra con letritas blancas y ¡ya estás dentro! Aunque, claro, a escasos segundos de conseguir los datos que necesitas, sonará alguna alarma o aparecerá algún extraño programa de seguridad que amenazará tu mismísima existencia.
A lo mejor es que todas las redes de alta seguridad del gobierno usan «1234» como su contraseña. A lo mejor es que los hackers tienen una lista con los nombres de mascota de todos los funcionarios del mundo. Quién sabe, pero a mí es algo que siempre me ha desconcertado. Incluso constructos de ficción que parecen querer mostrar con mayor realismo el mundo del hacker, como Mr. Robot, delatan una facilidad pasmosa para crear scripts devastadores en apenas unos minutos de trabajo rápido.
6. La escena del aeropuerto
Vale, esto es más propio del cine que de los libros, y se ha usado tanto que se ha convertido en un elemento paródico. El amor de tu vida está a punto de subirse a un avión para irse a trabajar a la otra punta del planeta y es tu última oportunidad para decirle lo que sientes (porque por lo visto existimos en un mundo alternativo donde Skype todavía no se ha inventado). Así que corres a lo loco (con escena de taxi y atasco obligatoria) para llegar a tiempo y detener su futuro brillante como paseador de perros junto a un billonario guapísimo que lo respeta y le hace el desayuno en la cama.
Pero en serio… ¿acaso la persona a la que tienes que declarar tu amor antes de que se monte en el avión no tiene teléfono móvil? ¿O es como yo y nunca mira sus whatsapps?
7. Come lo que quieras, estás estupendo/a
Siempre me han fascinado los libros y series donde personajes con trabajos de alto nivel de estrés e inversión de tiempo (analistas de Wall Street, médicos de urgencias, policías en ciudades asediadas por el crimen, abogados de bufetes exitosos) a quienes jamás vemos en un gimnasio ni haciendo más ejercicio que correr de un lado de la oficina o de una camilla a otra, y a quienes vemos disfrutar de batidos gigantes de Starbucks, donuts de colores y pizzas inmensas, tienen cuerpos perfectos, musculados y de lo más deseables.
Aunque, ahora que lo pienso, si te fijas en las series y películas, vemos la comida, pero rara vez vemos que los actores toquen algo del plato. Así que debe ser ese su secreto: ¡en realidad no comen nunca!
8. Ese contador que detendrán en el último momento
Sí, tener un relojito que indica cuándo explotará la bomba y conseguir detenerlo en los últimos segundos añade mucha tensión, pero ¿por qué siempre en esos últimos segundos?
Cómo me gustaría leer un libro o ver una película en la que el héroe o heroína detiene el temido contador o salva al mundo cuando aún quedan… no sé… ¿25 minutos?
9. Grandes revelaciones en los sueños
No sé vosotros, pero yo no suelo resolver las grandes preguntas y dilemas de mi existencia mediante el uso alegórico de imágenes chulísimas en mis sueños. No digo que los sueños no hagan referencia a cuestiones que nos obsesionan y preocupan, pero generalmente estas referencias son más fáciles de ver con la objetividad del paso del tiempo (como podrá decirte cualquier persona que haya mantenido un diario de sueño a lo largo de un periodo de tiempo determinado).
Realmente cualquier gran revelación debería tratarse con cuidado. En la vida real, las revelaciones importantes (o por lo menos las que son importantes para nosotros a largo plazo) suelen llegar poco a poco, con sutileza, no en un escenario a lo David Lynch de elefantes voladores y acróbatas circenses.
10. En la ficción, todos los encuentros sexuales son de fantasía
Entiendo que en algunos géneros, como el romance o la erótica, el sexo tiene que estar algo idealizado para ser atractivo. Cuanta más evasión pretenda traer la obra a su lector, más irreal será el sexo. Pero siempre hay cosas que me llaman la atención, como ese encuentro ultraorgásmico sin ningún tipo de preparación ni calentamiento, entre dos personas que apenas se conocen; o ese sexo alucinante en el que un señor hiperfuerte empotra a su compañera contra la pared.
11. Culturas muy monótonas
Esto ocurre mucho en las novelas de fantasía épica, pero también se encuentra en la ciencia ficción. Los seres humanos tenemos culturas muy diversas, diferentes razas y costumbres. Qué narices, entre un señor de Fuengirola y de Mijas hay giros lingüísticos y costumbres diferentes, y apenas viven a veinte km de distancia. Recuerdo haber oído teorías de lingüística externa que apuntaban a que algo tan diminuto como los componentes minerales del agua local podrían afectar a la manera de hablar de un pueblo frente a otro.
Y sin embargo, todos los enanos son iguales. Todos los elfos cantan las mismas cancioncillas. Todos los lagartos verdes del espacio exterior piensan del mismo modo y llevan el mismo tipo de zapatos de tacón.
No es necesario recurrir a una construcción exagerada de mundos donde se explique cada hábito ridículo y división territorial de una raza distinta a la humana, pero como lector a veces resulta peculiar esa simplificación de lo ajeno o lo alienígena. En eso, supongo, los escritores también somos muy humanos.
12. Mapas hechos solo para tus personajes
Reconozco que esto a mí me da un poco igual, porque como lectora no soy muy de seguir ni mirar los mapas en los libros de fantasía, ni me fijo demasiado en el contexto de la acción. Pero es curioso que en tantas situaciones los mapas de un mundo no tienen mucho sentido geográfico, climático ni cultural: parecen adecuarse tan solo a las necesidades de la trama.
Digamos que el camino no estaba allí de antes: existe solo para dirigir a tus personajes.
13. Todos somos importantes
Absolutamente todos los personajes secundarios tienen relevancia, un linaje extraordinario o un pasado oscurísimo.
Está claro que en la ficción hay que hacer que todo sea un poquito interesante, pero de vez en cuando me gustaría que alguno de los personajes que encontramos por el camino no sea un hijo bastardo del rey, el soldado que derrotó al padre del actual emperador maligno, la prostituta más solicitada del reino o la niña insolente que en realidad es la heredera de un largo linaje de hechiceros poderosísimos.
14. Ahora que hemos matado al malo, se solucionan nuestros problemas
¿Peleas con tu amada? No te preocupes, en cuanto la salves de ese emperador maligno (cuyo padre fue derrotado por un soldado al que has conocido hace poco por el camino), todo se resolverá y os querréis como nunca.
Y ya que estamos, ¿cómo vas de formación política? A ver, no pasa nada, estoy segura de que en cuanto derroquéis al emperador y a su compleja estructura de funcionariado, administración, milicia e industria, podréis acabar con la hambruna, y traer prosperidad y libertad al pueblo.
Porque lo de traer la libertad a un pueblo oprimido gobernado por un régimen totalitario siempre es una gestión fácil y de provecho, ¿verdad? ¡Tenemos montones de casos reales que lo demuestran!
Porque asumo que vienes a traer la democracia o algo similar. Ah, no, espera, que vienes tú a casarte con la princesa e instalarte en el trono, donde gobernarás con sabiduría y benevolencia sobre tu pueblo, a lo Luis XVI.
Ajá.
Y hablando de eso…
15. En la ficción, la resistencia siempre es buena
Hay un momento maravilloso en Buenos presagios en el que Crowley, el demonio, y Aziraphale, el ángel, comparan sus listas de «terroristas» y de «luchadores por la libertad». Disgustados, descubren que muchos de los nombres están en ambas listas.
Y es que a veces solo es una cuestión de percepción que un grupo de resistencia sea heroico o villano. Dicho esto, en la ficción hay una preponderancia de resistencias buenas, grupos valientes que se enfrentan a regímenes terribles y déspotas. Y pocas veces se analiza el conflicto moral clásico de «el fin justifica los medios» para esos grupos. Comportamientos que en la vida real son detestables (ataques indiscriminados, asesinato, extorsión… incluso el uso de tortura para extraer información) son justificables en la ficción si forman parte de los recursos del lado de los «buenos».
Por esto son tan interesantes las obras donde se muestra esto como conflicto y donde los personajes lidian con el dilema durísimo de si el fin, en efecto, justifica sus medios.
16. Los portales megaconvenientes
Si abres un portal de transporte en el tiempo o en el espacio, siempre aparecerás en un lugar seguro y habitable. Jamás te ahogarás en el mar, aparecerás clavado en una pared ni nada parecido.
Reconozco que soy culpable de esto (últimamente estoy escribiendo mucho sobre portales) y es que a veces es necesario saltarse un poco las complicaciones técnicas para poder avanzar en la historia, pero no deja de ser algo digno de mención, porque es un ejemplo más de otra cuestión mayor: en la ficción, toda tecnología funcionará siempre a la perfección, excepto en los momentos en los que es necesaria tensión para la trama, en cuyo caso la tecnología más segura y fiable del mundo fallará de forma nefasta y estrepitosa.
17. El personaje es insoportable, pero no importa, porque es muy inteligente
House, Sherlock, Sheldon Cooper… Esto parece abundar sobre todo en las series de televisión, pero podemos encontrarlo también en los libros. Si eres un genio, se te perdona que hagas cosas horribles y te comportes como un imbécil profundo.
Esto también se aplica de otro modo: el personaje es insoportable, pero se lo perdonamos porque tuvo una infancia difícil. Como el niño este es pobre y huérfano, nos parece muy bien que sea un ladrón manipulador y mequetrefe. Como la chica esta fue abusada de pequeña (otro de mis clichés menos favoritos) es comprensible que ahora se comporte como una sociópata con cualquier interés amoroso. Como este héroe perdió a su amada, entendemos que utilice ahora a las mujeres como seres objeto de los que solo extraer placer.
En la ficción, es facilísimo caer en la trampa de excusar crímenes horribles solo porque el villano nos cae bien. También perdonamos comportamientos antisociales que en la vida real nos parecerían aberrantes, porque el protagonista es un antihéroe oscuro.
Y es que es divertido hacerlo, desde luego. Pero que muy divertido.
18. El mestizo que unirá a dos especies enfrentadas
Tras la muerte de Romeo y Julieta, los Montesco y los Capuleto deben enfrentarse a sus diferencias, ¿no?
Dudo que en la vida real eso ocurriera. Que un hombre león y una mujer loba forniquen y tengan una hija mestiza (y eso que me lo expliquen a nivel genético, por favor) no hará que las dos culturas abandonen siglos de guerra. De hecho, creo que solo empeoraría las cosas.
Y, para terminar, otro de mis clichés menos queridos:
19. Del odio al amor solo hay un paso
¿Nos llevamos mal? ¿Nos insultamos, nos ponemos la zancadilla a cada paso? ¿Cada gesto y palabra del otro nos lleva al vómito?
¡No os preocupéis, queridos lectores! Antes de llegar al final del libro se desatará toda esta tensión sexual (porque eso era, en realidad, nuestro odio, ¿acaso no lo veíais venir?) y se descubrirá nuestro amor secreto.
No estoy en contra de esto si se hace bien. He leído buenas historias de esas de: persona-A-conoce-a-persona B, tienen prejuicios uno contra otro por circunstancias familiares, sociales o simples malentendidos, pero poco a poco aprenden a respetarse, llevarse bien y finalmente, enamorarse. Qué diablos, de eso va Orgullo y prejuicio, ¡y me encanta!
Pero la progresión inexplicable de «somos enemigos a muerte y ahora de repente nos queremos» siempre me ha desconcertado. Puedo entender la tensión sexualizada del odio (y creo que a todos nos cuesta admitirlo, pero en algún momento habremos asociado sexo con violencia), pero pasar de una relación insoportable con alguien a quien no toleras a descubrir que es el amor de tu vida me resulta… difícil de tragar.
He escrito aquí 19 ejemplos y he tenido que detenerme, porque me he dado cuenta de que esto es demasiado divertido… y me gustaría compartir esa diversión con vosotros.
¿Qué añadiríais a esta lista? ¿Qué otras cosas solo pasan en la ficción y me estoy dejando fuera? Nos encantaría que nos dierais más ideas en los comentarios.
Como escritora, he metido la pata en alguna de estas cosas en más de una ocasión.
Pero, como lectora, es de lo más estimulante criticarlo en obras ajenas, ¿no os parece?
Notas:
- Si te gustan mis reflexiones absurdas sobre el mundo de la ficción (y, sobre todo, sobre el mundo de la ficción fantástica), te gustará la lista de correo que llevamos José Antonio Cotrina y yo, repleta de novedades y noticias del género fantástico, alguna que otra cabra y muchos chistes malos.
- Y si quieres leer alguno de nuestros libros, llenitos de personajes y tramas muy emocionantes y sin casi casi ninguno de los errores mencionados en esta lista (casi), puedes llevarte alguno firmado y caligrafiado de nuestra tienda.
Créditos:
- Imagen de monito muy enfadado por otro mito más de neurociencia, por Asa Rodger en Unsplash
- Foto de villano malvado entre rejas por Anika Huizinga en Unsplash
- Imagen de médico con un diagnóstico indiscutible por National Cancer Institute en Unsplash
- Imagen de hombre que mira con tristeza incrédula cómo se aleja el amor de su vida, por Y.X. An en Unsplash
- Foto de persona que sujeta un reloj muy pequeñito por Lukas Blazek en Unsplash
- Imagen de pareja enamorada pero poco preparada para el sexo, de NeONBRAND en Unsplash
- Foto de personajes destinados a un viaje muy cortito, por Eddy Billard en Unsplash
- Imagen de dos señores que torturan por el bien de la humanidad, por Jeremy Bishop en Unsplash
- Imagen de cabecera de Jeremy Bishop en Unsplash
Comparto la manía (odio) por estos tópicos. Todos y cada uno de ellos. ¡Albrícias dadme!
Añado el que la inmensa mayoría de humanos están buenísimos y macizorras (aunque al principio se nos cuele que son normalitos, del montón, siempre acaban siendo guapérrimos).
Es curioso como se tiende a eliminar complejidades en este tipo de acciones (desmayos instantáneos con golpes en la cabeza sin consecuencias, heridas sin secuelas, etc…) cuando es precisamente en estas dificultades y en como resolverlas con ingenio donde se pueden hallar soluciones ingeniosas.
Siempre he creído que cuanto más te muevas en el «todo vale» y en el «no hay límites» menos creativo te vuelves. Me gusta imponerme ciertas limitaciones y/o restricciones para acotar el campo de juego; eso te obliga a buscar oro con más afán ya que no puedes conformarte con lo primero que se te ocurra.
Ah, y tenéis una página genial.
Muchas gracias por todo lo que generáis y por vuestra generosidad.
Tienes mucha razón en lo de las limitaciones. De hecho es una teoría bastante común sobre creatividad: cuantas más limitadas sean tus herramientas, mayor será tu imaginación para crear dentro de esas limitaciones.
¡Muchas gracias por tus palabras, Oriol, nos encanta que te guste!
mmm… pues me llevo la 10, la 16 y la 19.
Menos mal que con la 19 estoy a tiempo de corregir errores y con la 16 creo que he podido dejarlo convinciente, no ha sido ideal de la muerte, pero es pasable.
La 10, me agota. Es un tira y afloja con la autocensura y el qué dirán. Supongo que en la fase de corrección lo mejoraré
Desde luego algunos de los clichés y/o errores que apunto se pueden hacer bien. Lo del paso de enemigos a amigos funciona porque nos gusta, aunque sea poco creíble. Y sobre el 10… bueno, escribir sexo es muy muy complicado, lo hagas como hagas. E intentar hacerlo de la forma más realista posible también tiene sus riesgos (porque puede repeler al lector, que busca precisamente esa evasión para la lectura).
De todas formas, este artículo está hecho para que nos quejemos como lectores, no para que los que escribimos nos sintamos identificados en nada, jejeje.
Un besazo, Marié.
Ay, sí. Entonces sí. Me los he encontrado todos como lectora 😂
¡Muy buena entrada! Estas cosas si se hacen bien o se les da una vuelta de tuerca pueden hasta molar. Pero puestas sin más chirrían un montón y se pueden cargar una buena historia (sobre todo de terror y fantasía, en estos casos es que es un no parar, y de los mapas daría para hablar largo y tendido).
A mí me vienen a la mente unas cuantas.
Nadie es denunciado nunca. Sobre todo en series cómicas (Sheldon Cooper debería haber ido a la cárcel un montón de veces). Pero también en series dramáticas, como House. La mayoría de las cosas que hace no podría hacerlas, empezando por sus borderías, y más en Estados Unidos que te deben denunciar por toser.
El detective todopoderoso. Habitual en series tipo CSI, sobre todo las que tienen un prota «extravagante», rollo Bones o The Mentalist (y mira que es mi serie favorita). El prota tiene métodos «poco ortodoxos», consigue pruebas ilegalmente, se cuela en sitios, logra testimonios con engaños y el juez jamás, jamás dice nada.
Una que odio un montón, relacionada con la anterior: la policía abusa de los detenidos sistemáticamente. También en todas las series tipo CSI. Todo el mundo es acusado, nunca interrogados como testigos. A menudo les interrogan/acosan en la calle, en eventos familiares o de trabajo. Jamás hay un abogado presente, y si lo hay, deja hacer a los policías, como mucho le dice al detenido que no conteste a las preguntas (y contesta de todas formas). En ningún caso los detenidos, una vez se prueba su inocencia, denuncian. Y lo que me perturba de este tópico es que los que se portan así son los buenos, te lo presentan así. No digo que la policía la formen seres de luz en el mundo real, pero hay abogados, jueces, prensa, los agentes no son todos psicópatas de poder omnímodo.
Una que odio de las pelis de terror (de terror hay una pila): un personaje se cruza con alguien extraño, por ejemplo una mujer vestida de blanco en un bosque de noche, y se pone a seguirla y preguntando «¿hola, estás ahí?» Lo más normal es que te pongas a seguir a desconocidos porque sí, a ver qué se cuece.
Más ejemplos: ordenadores que se manejan solo con el teclado aunque parezcan Windows; caballos que funcionan como coches (y en ASOIAF, cuervos-email); siempre alguien habla inglés, aunque sea el rincón más remoto…
La verdad es que se me ocurren mil más, pero ya me ha quedado esto bastante testamento. 😅
¡Un saludo!
¡Todos muy buenos ejemplos, Javi! El tema de series como CSI, donde se explica mal y corriendo el proceso de diagnóstico, básicamente porque se lo están inventando sobre la marcha y no quieren que te dé tiempo a pensarlo mucho, también me irrita especialmente 😉
Me he encontrado varias veces en series de ficción que en la primera temporada te enseñan cómo los personajes aprenden a matar a un ser sobrenatural X; es todo súper complicado y todos los capítulos van encaminados a descubrir cómo hacerlo. Al final de la temporada lo consiguen, pero antes han tenido que pasar las doce pruebas de Hércules y encontrar sangre de unicornio para poder cargarse a la criatura infernal.
Después llega la segunda temporada, y la tercera, y la cuarta y empiezan a aparecer más seres sobrenaturales (Y, Z…) más difíciles aún de matar, tienen que emplear todas sus energías en aprender a matar a los nuevos destructores del universo, pero no pasa nada, porque cada vez que vuelva a aparecer un ser sobrenatural X lo matarán como a una mosca (aunque tardaron una temporada entera en descubrir su debilidad).
También está el cliché de crear una fiesta cada vez que necesitan reunir a todos los personajes bajo un mismo techo para que pase algo importante en la trama: la fiesta de la primavera, el baile de la luna, el concurso de belleza de Miss pueblo perdido del medio oeste… Ya sabes que algo se cuece, algún malo se va a colar ocultándose detrás de una máscara o alguien va a morir cayendo por las escaleras.
Sobre lo primero que dices, yo lo llamo el «efecto Bola de dragón» y sí, se llega a hacer bastante pesado 😉
Todos clichés muy recurrentes y que me desesperan. Otro que últimamente estoy siguiendo de manera consciente es, en las historias de terror, esa parte en que el prota oye un ruidito, luego otro, un roce más allá y al final se da vuelta y el «megamostro» está parado detrás, y lo empieza a perseguir destrozando toda la casa. Yo me pregunto ¿cómo hacía el bicho ese para moverse sin hacer ruido antes? me lo imagino en puntas de pie, conteniendo la respiración y agachándose tras los sillones hasta darle la vuelta al protagonista. Vale tanto para vampiros, zombies, bestias… me parto recreando el backstage de esa escena.
Hay una cosa con el punto 13… Si lees ‘Canción de Hielo y Fuego’, puedes eliminar como al 80% de los personajes y la historia no cambia en absoluto. Algunos no exactamente «secundarios» (aunque en CDHYF un «secundario» se puede comer perfectamente 150 páginas. Me gusta la saga, pero creo que le hace falta una buena poda (no creo que un editor la revisara jamás). La cosa es, si un secundario no es «alguien», si no tiene un porqué, ¿no se convierte en simple paja?