Un día leí en alguna web para escritores que para ser Escritor De Verdad™ había que leer al menos 50 libros al año. O algo así.
Ahora me siento culpable y un poco avergonzada, porque, al fin y al cabo, yo me considero escritora (osado, lo sé) y no llego a leer cincuenta libros al año.
En mi defensa, diré que esto no es porque no dedique tiempo a la lectura (que sí, que es crucial para aprender a escribir), sino porque creo mucho más en cómo se lee que en cuánto se lee. Cada lector es diferente, pero a mí me cunde más dedicar una semana a desmigajar, tomar notas y dar vueltas a un solo libro de esos buenos, de enjundia, que a zamparme a todo tren mil páginas de cualquier tocho que esté de moda ahora porque enganche o lo que sea.
Esa es mi forma de leer, por la sencilla razón de que es la que me funciona a mí. Pero esto no implica que yo sea mejor lectora que la persona de las mil páginas. Leer de manera activa y profunda es fundamental para alguien que escribe, pero puede ayudar a todo el mundo. Es importante seleccionar libros de cierta calidad y capacidad de conexión si queremos obtener los mejores beneficios sociales y cognitivos de la lectura, así que yo lo recomiendo. Dicho esto, leer por pura evasión tiene su valor.
Esta mi introducción personal y subjetiva solo sirve para concluir que yo no sé qué es eso de «leer mejor». Pero hay mucha información ahí fuera de gente que lee mucho, mucho, mucho, y que dan buenos consejos para que la experiencia de lectura sea, como mínimo, más enriquecedora.
He recopilado aquí mis favoritos, aquellos que a mí también me funcionan con excelencia.
Aquí los tenéis:
13 maneras de leer mejor
1. Acepta que realmente no hay maneras de «leer mejor»
Insisto: si ves artículos con títulos como «cómo leer mejor», no deberías leerlos. Excepto este, claro. Lo importante es que definas tus objetivos con la lectura. ¿Quieres aprender a escribir? ¿Quieres leer más o más rápido? ¿Te gustaría aprender conceptos interesantes y luego poder relacionarlos? ¿Solo quieres pasártelo bien? Estos trucos también te ayudarán a sacar el máximo disfrute de tus libros. Lee solo del modo que te sirva a ti.
2. Ama a tu pila de pendientes
Se oye mucho eso de la «ansiedad de la pila». Es como abrir la nevera y ver que has comprado cuatro litros de gazpacho y todos caducan mañana.
Aunque los libros no caducan (generalmente), ver libros pendientes de lectura despierta esa ansia viva del cerebro, ese efecto Zeigarnik del bucle abierto, de la tarea por terminar. Esto se puede solucionar de varias maneras: puedes ocultar la pila, quitarla de la vista; puedes leer de la lista en estricto orden de llegada (para no tener siempre a la vista los típicos libros que llevas diciéndote ocho años que leerás algún día); puedes limitar el espacio permitido (hasta el punto de que meter un nuevo libro en la pila te obligará a deshacerte de otro), o simplemente puedes dejar de ver tu pila como una obligación, dejar de escuchar a la gente que te dice que «tienes que leer X o Y» y empezar a pensar en esa parte de la estantería como una fuente grandiosa de oportunidades por descubrir.
3. Abandona, abandona, abandona
Por aquí hemos dado muchas razones para abandonar un libro.
Y es cierto que el abandono no siempre es recomendable: todos hemos dado con algunas obras que en principio no nos apasionaban y que luego resultaron ser maravillosas. Pero por cada uno de esos casos te habrás tenido que comer decenas de bodrios infumables. Si hacemos caso de la teoría de la exploración y la explotación, la juventud está para dar oportunidades y la madurez está para explotar lo que ya sabemos que nos gusta. Así que cuantos más años tengas, más (y antes) deberías permitirte un buen abandono. El alivio es inmediato y dejas de asociar emociones negativas como la obligación y el tedio con algo tan bonito como la lectura.
Como dice Eva Keiffenheim, lee los libros que hacen que quieras leer más libros:
Los libros no tienen todos el mismo valor: hay millones que no merecen tu tiempo.
Esto es aplicable a la no ficción también. Si hay partes de un libro que te sirven, pero otras no son aplicables o no son lo que buscas, no es obligatorio leerlo entero.
Incluso en el caso de libros que te hacen pensar y forzar el cerebro, el libro debe trabajar para ti, no al revés. Si un libro no te proporciona nada, ¿por qué lo estás leyendo?
4. Interacciona con el libro
Tal vez el artículo más polémico que he escrito fue uno que publiqué hace años en Lecturalia, donde me atreví a defender el noble arte de la marginalia[1].
Hay un pánico terrible a estropear un libro: es un objeto sagrado (y caro) que debe ser respetado. Cuando te enseñan esto en el colegio tiene sentido, pero como adulto descubres que no pasa nada si arruinas un libro, que no llegan hordas de lectores enfurecidos a romperte las ventanas de casa[2].
En serio. Subraya, anota o pega posits, lo que para ti sea más cómodo y menos destructivo. Hace poco me leí un libro de segunda mano que venía subrayado… ¡con bolígrafo! Al principio me resultó irritante, pero luego me pudo la sensación agradable de que otra persona había tenido una relación, una comunicación con esa lectura, igual que yo.
5. Ten un sistema de referencia
Si puedes, intenta quedarte con algo de cada lectura. Puedes usar alguna plataforma como Goodreads o alguna aplicación… o un cuaderno (no es obligatorio que sea un bullet journal ni tienes que compartirlo en Instagram).
A mí me gusta escribir sobre libros que leo: hablo de ellos aquí en este blog y comparto mis anotaciones más relevantes en la lista de correo. Hago esto porque me encanta compartir este acto de lectura, pero también porque redactar mis pensamientos sobre una obra me ayuda a a) recordarla luego un poco mejor y b) relacionarla con el resto de mi «disco duro» lector. Hay también quien usa ficheros bibliográficos, documentos de notas y mil modos más.
6. Olvida (un rato) las modas y tendencias
Se publican cantidades obscenas de libros cada año y esa obra de la que todo el mundo está hablando tanto ahora mismo probablemente se olvide en cuanto salga la próxima obra de la que todo el mundo está hablando.
Como escritora de fantástico reconozco que hay una parte de mí a la que le da pena cuando conoce a otros autores, más jóvenes, que solo leen lo último que ha salido de moda y no tienen ni idea de quiénes asentaron el mismo género en que escriben. Conozco autores de ci-fi que no han leído a H. G. Wells ni a Philip K. Dick; hay autores de juvenil que no han leído a Michael Ende; también autores de fantástico que no saben quién es Borges; o autores de instapoesía que no han visto un caligrama en su vida.
Con esto no quiero decir que leer a esos escritores sea obligatorio ni que tengamos que ponernos esnobs, pero sí creo que tendría que haber interés en las bases de nuestro género, y que tendríamos que pararnos a pensar en qué ha hecho que ciertas obras se hayan convertido en clásicos. Por supuesto debemos conocer nuestro sector y entender qué se está publicando en estos momentos, pero intentar subirse al tren de la novedad es un proceso que, en mi experiencia, conduce a la ansiedad y al aburrimiento.
Lo bueno de no leer siempre novedades, además, es que es más agradable para el bolsillo. Gasto bastante en libros (sobre todo cuando voy a festivales), pero también hago uso de librerías de segunda mano, saldos y muchas, muchas ofertas.
7. Dedica tiempo a leer de verdad
Apaga las notificaciones o ponte en modo avión o deja el móvil en la otra punta de tu mansión gigante de ocho dormitorios y piscina interior. Analiza qué partes de tu día dedicas a redes sociales, a pasear por internet sin metas claras o a otros tipos de ocio sin grandes recompensas. A lo mejor hasta podrías ver hoy un episodio menos de Netflix.
Pero si vas a leer, tómatelo como el lujo que es. Esa obra que tienes entre tus manos es el resultado de muchísimo sangre, sudor, riesgo y lágrimas (soy escritora, insisto): valórala como merece.
8. Sal de tu zona de confort
Esto suena un poco sobado, pero es que realmente funciona. Es muy común meterse de cabeza en un atasco lector porque siempre lees el mismo tipo de libro. Por mucho que pienses que un género determinado no es para ti, investiga y descubre qué libros son los mejores de esos géneros, cuáles merecen la pena. A mí no me suele gustar la histórica, pero Robert Graves y Hilary Mantel son dos de mis autores favoritos de siempre. No me gusta la chick-lit, pero Marian Keyes me limpia el paladar de vez en cuando. Y dentro del fantástico siempre estoy buscando cosas que se salgan un poco de la norma. De no hacer eso, no habría descubierto a Daniel Pérez Navarro, por ejemplo, o a Angela Carter.
9. En cuanto termines un libro, empieza otro
Esto no funciona siempre ni para todo el mundo (a veces se necesita un tiempo para digerir ciertas lecturas), pero es una manera de vencer a la resistencia que tenemos algunos antes de empezar un libro.
Comenzar una obra nueva (sobre todo si la anterior ha sido excelente) cuesta un poco a veces. Vamos procrastinando y, una vez más, hemos debatido durante tres cuartos de hora en Facebook sobre el ciclo reproductivo del langostino en vez de habernos puesto con una novela que además sabemos que nos va a encantar.
10. Entiende por qué lees
Hay muchísimos beneficios para la lectura y, solo desde el punto de vista de la concentración y la relajación, es muchísimo mejor para tu cerebro leer un libro que seguir con la dichosa conversación sobre el langostino en Facebook.
Pero leer, sobre todo si lees por puro placer, no puede convertirse en algo tedioso y obligado. Piensa en por qué lees, examina lo beneficios que te da a ti y entonces considera si merece la pena convertirlo en una prioridad en tu vida. Personalmente, yo creo que la respuesta es sí, pero claro, ¡ya sabes que a mí me interesa que leas! Sobre todo si lees nuestros libros, ejem.
11. Experimenta con otros formatos
De nuevo, esto sale en tooodas estas listas y parece de cajón, pero… ¡los audiolibros molan! Y los eBooks no son el Mal ni van a acabar con la sociedad en una gran lluvia de azufre ardiendo y edificios que se tambalean.
Si a la primera no te convence esto de dejar de lado el papel, prueba de otro modo: a mí no me gusta leer ficción con audiolibros, pero para no ficción son muy útiles si no tienes mucho tiempo para leer (puedes «audioleer» mientras haces otras cosas).
Tampoco tienes que salir corriendo a comprarte un lector electrónico, con una aplicación adecuada puedes leer eBooks en cualquier dispositivo.
12. Busca prescriptores de calidad
No hay nada como tener un amigo con quien compartes gustos y que te recomienda libros estupendos. Pero creo que merece la pena invertir algo de tiempo en buscar blogs de reseñas, boletines (¡como el nuestro!), grupos de Goodreads, grupos de lectura de Whatsapp o incluso grupos presenciales para recibir buenas recomendaciones y también para compartir tu experiencia de lectura.
13. Crea una lista de los deseos
Cada vez que veas un libro que te llame la atención, añádelo a tu lista.
Para esto a mí me gusta usar Evernote, ya que lo tengo en todos mis dispositivos y puedo etiquetar y categorizar todos los títulos que meto. Para la lista en sí utilizo la wishlist de Bookdepository. Tengo ahí casi 400 libros, lo que implica que, a la hora de decidir mi siguiente lectura, no hay problemas de decisiones (de hecho, uso random.org para decidir qué libro caerá de la lista).
Estamos en un momento singular para todo esto de la lectura. Leemos más que nunca y sin embargo nuestra lectura es más superficial que nunca: consumimos contenidos a velocidades demenciales y cada vez dedicamos menos tiempo a una lectura profunda, intensa. A la vez, la buena lectura es cada vez más barata: no solo tenemos bibliotecas; la altísima oferta y competencia nos lleva a aprovechar precios reducidísimos.
Esto último, que puede parecer positivo, tiene su propio problema por la famosa parálisis por análisis. ¿Cómo elijo cuando hay tanto donde elegir?
¡Nosotros te podemos ayudar, por ejemplo!
Nosotros estamos aquí para eso (y para vender libros, sí). Intentamos informaros de lo que va saliendo pero, además, hablamos de lo que consideramos que merece la pena leer en nuestro boletín.
Obviamente, no acertaremos siempre. Tampoco tenemos intención de leer absolutamente todo lo que salga para hacer reseñitas superficiales y rápidas. En el fondo, estamos aquí porque nosotros, al igual que tantos ahí fuera, queremos aprender a leer (¡y a escribir!) mejor.
Sea como sea, espero que estos trece puntos te hayan inspirado en alguna medida para enriquecer tus hábitos de lectura. Y por supuesto me interesa saber qué otros puntos añadiríais.
Porque esto de leer es, ante todo, un proceso de comunicación. Entre autor y lector, por supuesto, pero también entre lectores.
¿No es esa la mejor parte de todas?
Notas:
- [1] No lo enlazo aquí por la sencilla razón de que acabo de releer ese artículo y he recordado que en 2011 yo escribía mucho peor que ahora. ¡De nada!
- [2] Siempre que no lo menciones en Twitter, claro.