Dice Charles Yu, y no es el primero en decirlo, que los seres humanos ya viajamos en el tiempo.
De hecho, lo hacemos de manera constante. Rara vez estamos en el presente: miramos atrás con arrepentimiento o nostalgia; miramos hacia adelante con ansiedad o expectación. Y siempre viajamos, un pie tras otro, hacia el segundo siguiente, la hora siguiente, el año siguiente.
Pero ¿y si pudieras evitar ese viaje? ¿Y si tuvieras una de esas famosas máquinas del tiempo, de esas que tanto se ha hablado en ficción, para quedarte quieto, para no ir a ninguna parte, para no tener que enfrentarte ni al pasado ni al futuro?
En How to Live Safely in a Science Fictional Universe; Charles Yu hace un trabajo increíble de metaficción. Su protagonista, que también es Charles Yu, escribe un libro que ya ha recibido, que ya tiene en sus manos. Debe escribir el libro para que exista, para poder dárselo a sí mismo cuando se reencuentre con su yo en la parte correspondiente del bucle temporal en el que está atrapado.
¿Suena complicado? No te preocupes, que hay más.
Yu comienza la novela viajando en una máquina del tiempo, refugiado en lo que él llama un «presente indefinido», un espacio temporal donde no envejece, no sufre, no tiene que enfrentarse a nada más que a las llamadas de sus clientes, ya que su trabajo es reparar máquinas del tiempo ajenas. Está cansado de decirle a sus clientes que el pasado no se puede cambiar por mucho que lo intenten, y esto se lo explica a un lloroso Linus Skywalker, por ejemplo, obstinado en cambiar su destino para no ser el hijo olvidado de uno de los héroes más famosos de la galaxia.
El concepto del viaje en el tiempo de Yu es cronodiegético. Para él, el tiempo no es más que una manifestación más de un universo concreto, uno que es ficticio. No es ficticio del todo: tiene un porcentaje central de realidad, pero, al igual que tantos otros mundos, está hecho de narraciones, de héroes y de personajes secundarios; de protagonistas y de ayudantes técnicos, como él, que se esconden entre bambalinas.
Yu tiene a su perro, que ni siquiera existe (es un secundario de ficción abandonado en el espacio, probablemente por acaparar demasiado protagonismo en la primera temporada de alguna serie, suscitando las envidias de su protagonista particular). Tiene a su encargado, Phil, un programa de software majísimo que no sabe que es un programa de software. Tiene a TAMMY, su sistema operativo, que es buena compañía por lo general, pero que parece sufrir de ansiedad y tal vez incluso depresión:
Todo va bien (bueno, en realidad no, Yu se engaña de manera intolerable), hasta que se encuentra con otra versión de sí mismo y acaba atrapado en un bucle temporal de lo más desagradable, donde deberá enfrentarse al mayor antagonista de todos: sus propios recuerdos.
Metaficción llevada a sus últimas consecuencias
¿Hasta qué punto es lo que describe Yu literal o metafórico? Un poco de ambos, desde luego. Lo que está claro es que esta novela es tremendamente original, y si lo que os he explicado hasta ahora os ha dejado un poco «qué co*o me estás contando, Gabriella», tranquilos, su 3,4 en Goodreads deja claro que a muchos les ha resultado demasiado original.
Como dice una de las reseñas de Amazon, de un lector irritado que esperaba algo a lo Pratchett, Adams o Fforde y se encontró con otra cosa:
Describiría este libro como un «drama de familia disfuncional», al estilo de las Correcciones de Jonathan Franzen, solo que usa metáforas de ci-fi para hablar de una familia con problemas emocionales.
Lo que para ese usuario es un problema (y tiene razón: cualquier problema de expectativas al hacer marketing te va a traer reseñas mosqueadas), para mí es su gran ventaja. Yo creo que este libro es muy recomendable para cualquier aficionado a la ci-fi, a los viajes en el tiempo y a la buena literatura en general. Y lo más terrible es que aún no está traducido a nuestro idioma. El libro tiene ya unos años (se publicó en el 2010), pero mantiene su frescura, y creo que sería un añadido de lujo para cualquier editorial hispanohablante. Las citas y título que veis por aquí no son más que traducciones flojas hechas por servidora.
(Por cierto, si quieres saber qué más hemos leído en enero José Antonio y yo, puedes verlo aquí).
Ay, la familia
Este libro supuestamente iba de viajes temporales, pero en realidad va de nuestras relaciones más difíciles: las que tenemos con nuestras familias y con nosotros mismos. Va de la percepción de uno mismo, del clasismo y la vergüenza que acompaña a la pobreza y a la falta de éxito en la vida, de la carga de la mediocridad. Termino con una cita del libro que me encanta, y que creo que define a la perfección nuestra relación con el tiempo:
La investigación en este campo es en la actualidad el camino más prometedor para alcanzar ese santo grial de la ciencia ficcional (la Gran Teoría Unificada de las Fuerzas Cronodiegéticas), una ley que sirva como raíz común para todas las fuerzas dispares que operan en los ejes del pasado, del presente alternativo y del futuro, o, más formalmente, los operadores matriz del arrepentimiento, lo contrafactual y la ansiedad.
Traducido a cristiano: podemos jugar a viajar en el tiempo y vivir aventuras de ciencia ficción, pero no necesitamos máquinas para ese viaje. Al final, como decía al principio, podría parecer que tenemos tres modos: el arrepentimiento de lo vivido en el pasado; la ideación de presentes alternativos y la ansiedad por lo que podría venir en el futuro.
Es un poco triste pensar así, pero a la vez esclarecedor. Tal vez, como el protagonista de la novela de Yu, encontremos esperanza al entrar en un presente real, definido: podemos poner un pie delante de otro enfrentándonos a nuestros temores, cerrando capítulos de nuestro pasado y mirando al futuro con cierta ilusión.
Es lo bueno de los viajes en el tiempo y de la ficción (esas historias que nos contamos a nosotros mismos): a lo mejor no puedes elegir exactamente dónde vas, pero puedes elegir tomártelo con valentía; puedes ser el héroe en vez del técnico tras bambalinas. De eso van, al fin y al cabo, todas las aventuras.
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Muy interesante libro, me han dado ganas de leerlo, es un planteamiento fuera de lo común.
Es muy muy original. A ver si alguna editorial se anima y nos lo trae a tierras hispanoparlantes. ¡Gracias por tu comentario!